Javier Rico
El pasado fin de semana A ver Aves se estrenó con una ruta para familias por El Retiro. Hasta ahora nos habían acompañado grupos escolares de 5º y 6º de primaria y 1º de secundaria. Primera vez que nos enfrentábamos a un grupo tan heterogéneo de mamás, papás y nenes entre cuatro y diez años; nervios, alguna improvisación sobre la marcha y… ta ta ta chán: las aves volvieron a salir a nuestro encuentro y el comentario final nos dejó henchidos de felicidad: “pues para ser la primera vez con estos grupos os ha salido muy bien”. Era sábado, era El Retiro y había un bullicio mayor entre la chavalería participante, pero ahí estaban, entre otras, las gaviotas sombrías y los ánades azulones en el estanque; las palomas torcaces picoteando incansables en las zonas de pradera; el pito real riéndose a nuestras espaldas; el mirlo común y el estornino negro confiados para mostrar de cerca las “siete diferencias” entre ellos; los carboneros comunes inquietos de árbol en árbol; y las cotorras, estridentes y mostrándose en plan “pandilleras” a la hora de buscar comida.

Las pintas blancas del plumaje del estornino negro es una de las siete diferencias que tiene con el mirlo común.
Además de dar las gracias a la avifauna por la generosidad que exhiben en todos los recorridos de A ver Aves para mostrarse ante grandes y pequeños (verlas y reconocerlas tan cerca llama a la suspicacia irónica: “esto está montado para que el estornino aparezca justo después del mirlo”), hay que aplaudir de nuevo el entusiasmo de niños y niñas. Tanto de la pequeña que, sin mencionar aún la importancia de contar con un cuaderno de campo, saca una libreta y empieza a apuntar las especies que llevamos vistas u oídas (fueron diecisiete), como la del peque que ayuda al monitor con su sabiduría sobre la migración de las aves o la explicación al “porqué pueden volar”.

Niños y niñas prestan atención y sonríen ante la curiosa historia del cambio de nombre de la gallineta común.
Esto es A ver Aves: interacción y compartir sensaciones, información, conciencia y respeto por nuestro entorno más cercano. Parece que la primavera se muestra más animada en cuanto a coles e institutos interesados en vivir estas experiencias, pero, de nuevo, son grupos de familias las más dispuestas a acompañarnos. Ya contábamos en la anterior entrada al blog que los parques Eugenia de Montijo y Las Cruces, entre Carabanchel y Latina, serán los destinos para la próxima salida, el domingo 17 de marzo. Nos esperan el animal más rápido del mundo y el edificio en pie más antiguo de Madrid. Nada menos.
Abordaremos otro día lo de compartir información, que es otra de las agradables sorpresas de A ver Aves: gente anónima que se acerca a nosotr@s a través de Internet o en los parques que visitamos previamente para interesarse por nuestra actividad y contarnos las especies de aves que ven habitualmente por esas zonas verdes, que incluyen rarezas de lo más variopintas. Y hablando de compartir, cerramos el artículo dando las gracias a amigas periodistas y responsables de medios de divulgación que recientemente han dado difusión a nuestra actividad, como Rosa Tristán en su Laboratorio para Sapiens, Rosa Toril y Clotilde Escudero en la Carpeta Informativa del Centro Nacional de Educación Ambiental (Ceneam) y Eva Terol en Eco Avant.
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