Aves al sol en Alcorcón

Un acentor común, ave rara de ver en parques urbanos de Madrid, y decenas de cormoranes grandes y gaviotas reidoras tomando el sol invernal. Estas son dos de las muchas imágenes ornitológicas que sacamos de la visita a dos parques de Alcorcón: Los Castillos y Las Presillas. En esta ocasión sí que dimos con una viandante centrada en la evolución de un pico picapinos entre los álamos (entre otras aves). Ya sabéis, esto es rara avis entre los paseantes de parques, pero también una señal de que en Alcorcón podremos encontrar profes, escolares y familias interesadas en pajarear junto a Aver Aves.

En total son ya nueve parques de Alcorcón los que hemos visitado siguiendo la estela de decenas de aves. El de Las Presillas, el más periférico hacia el este, lo habíamos tocado ligeramente y nos apetecía hacerle una segunda visita más reposada; y el de Los Castillos era uno que teníamos pendiente. Para no variar, cualquiera de los dos ofrece ingredientes suficientes para disfrutar de grandes jornadas de pajareo urbano.

El parque de Los Castillos, situado justo a la espalda del instituto Ítaca, está salpicado, aparte de las edificaciones que le dan nombre y lo coronan (uno de ellos aloja el Museo Municipal de Arte en Vidrio de Alcorcón), de otras muchas que rivalizan en importancia con arboledas, setos y fuentes: esculturas, parques infantiles, anfiteatro, restaurante, zona skate… Todo ello no impide que currucas, agateadores, lavanderas y petirrojos, habituales de zonas verdes urbanas, se dejen ver y oír por aquí.

Sin embargo, la mayor impresión nos la llevamos al detectar las evoluciones entre los árboles de un acentor común, una especie similar a la hembra de gorrión común en forma y plumaje, pero con un pico mucho más fino. En Madrid tiene hábitos más montañeros y, como mucho, en invierno baja a las ramblas serranas. Bueno, pues Aver Aves dio con él en el parque Los Castillos de Alcorcón, casi como premio a nuestra primera salida de pajareo urbano de 2017.

Desde el parque de Los Castillos salimos escoltados por calles de nombres bellos y aromáticos (Lirios, Tulipanes, Nardos…) para dar con el puente que cruza sobre la M-406 y da acceso al parque de Las Presillas. No hay que desechar dicho puente para otear la presencia de alguna rapaz: cernícalo vulgar, milano real o busardo ratonero.

El parque de Las Presillas crece en torno al arroyo de Butarque (aquí llamado de La Canaleja), afluente del río Manzanares. En esta vaguada, transformada por la presa que da nombre al parque y que desprende continuamente restos de su infraestructura en forma de residuos, se crea un mosaico de biodiversidad en el que destacan las zonas húmedas, pero también un alcornocal y un pinar de pino piñonero.

Esta variedad de ambientes hace que las más evidentes muestras de la avifauna en la presa y el arroyo (gaviotas sombría y reidora, cormorán grande, zampullín chico, ánade azulón, gallineta común, focha común y lavandera cascadeña) se prolonguen hacia los bosquetes y zonas más abiertas que alojaron antiguamente campos de labor. Así, jilgueros, abubillas, pitos reales, perdices rojas y hasta mochuelos europeos completan y amenizan las observaciones.

Y, como siempre, lo mejor de todo es que dos institutos (Los Castillos e Ítaca) aparecen casi como puerta de entrada a la ruta ornitológica planteada. También los escolares de otro instituto (Parque Lisboa) y de los colegios Los Castillos, Parque Lisboa, San José de Valderas, La Inmaculada, Santísima Trinidad y Amor de Dios tienen a mano sacar sus aulas a estos parques y dejar que las aves les enseñen lo que saben de Ciencias Naturales y Sociales, Biología y Física, entre otras muchas materias.

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