Azor, gaviota argéntea y martinete en la ciudad de Madrid

Hemos aprovechado los días no lectivos de los escolares y los de vacaciones para todo el mundo para prospectar varias zonas donde vamos a realizar rutas en los próximos días. Todas han tenido como denominador el común el tramo urbano de la ciudad de Madrid del río Manzanares y parques aledaños. En todas demostramos que hay calidad y cantidad de aves para sorprender a cualquier persona o personita desconocedora de nuestra biodiversidad urbana. Un azor desayunando, una gaviota argéntea solitaria entre decenas de gaviotas sombrías y reidoras, y una familia de martinetes, sin olvidar a las especies más comunes, animaron todos los paseos.

Azor común en el río Manzanares desplumando y despiezando un ave para alimentarse

El tramo urbano del río Manzanares en la ciudad de Madrid es muy extenso, ya que abarca desde el embalse de El Pardo hasta la depuradora de Butarque, en el límite con Getafe. Se puede decir que al menos la mitad de su longitud (92 kilómetros) cruza los distritos y barrios de la capital. En Aver Aves hemos recorrido más de veinte kilómetros del río a su paso por los distritos de Fuencarral-El Pardo, Moncloa-Aravaca, Centro, Arganzuela, Latina, Carabanchel, Usera, Villaverde, Puente de Vallecas y Villa de Vallecas. Y más que vamos a recorrer.

Las próximas citas con el CEIP Ciudad de Córdoba de Villaverde, colegio San Alberto Magno de Carabanchel e IES Gran Capitán de Arganzuela nos llevarán por este cauce que nace en la sierra de Guadarrama, en el Ventisquero de la Condesa. En estos días de paseos por sus orillas preparando dichas rutas tuvimos la suerte de presenciar una escena de documental.

Paloma torcaz, urraca y pito ibérico en los jardines cercanos a un centro comercial de Villaverde

Entre la maraña de ramas de un álamo pegado al Manzanares vimos un ave de tamaño mediano que se agitaba sobremanera. Costaba enfocarlo entre tantas ramas, pero dimos con él. Se trataba de una rapaz, un azor común. Esos movimientos constantes respondían al desplumado y alimentación posterior de un ave recién cazada, probablemente una paloma. Una vez localizado y enfocado con los prismáticos vivimos unos momentos emocionantes.

Es la primera vez que vemos un azor posado, y encima despiezando a su presa para alimentarse, en el tramo urbano del río Manzanares. Sí lo habíamos visto sobrevolarlo, tanto con rutas con escolares como con personas adultas los fines de semana. Es una muestra más de las sorpresas que conlleva ir pendiente de la viveza de la naturaleza urbana y el pasear conociendo y aprendiendo de ella. Algo en lo que insistimos en nuestras actividades.

Gaviota argéntea en una de las isletas formada tras la renaturalización del tramo urbano del río Manzanares

Pocos días antes, haciendo el recorrido previo a las aulas en los parques que abriremos con el CEIP Ciudad de Córdoba, vimos picotear en el suelo de un jardín junto a un centro comercial, y a centímetros de distancia una de otra, a una paloma torcaz, una urraca y un pito ibérico, mientras un colirrojo tizón los contemplaba. Ya en una isleta del Manzanares, y separadas por poco más de un metro, a una garceta común, una garza real y una gallineta común.

La cosa no acaba aquí, porque a lo mejor hay suerte y vemos con el colegio San Alberto Magno y el instituto Gran Capitán a la gaviota argéntea solitaria que estos días anda por el río Manzanares. Las más habituales son las gaviotas sombría y reidora, que se cuentan por decenas y hasta cientos. Por cierto, las sombrías tenían muy amedrentada a la argéntea, que intentaba encontrar infructuosamente su lugar para comer o descansar ante el acoso de las primeras.

En ocasiones a los martinetes se les intuye más que se les ve completamente. Es el caso de este ejemplar

De nuevo momento de documental entre gaviotas que se multiplicó con la observación de lo que creemos es una familia de martinetes. Hace tiempo que una colonia de estas pequeñas garzas decidió asentarse en las márgenes del tramo urbano del río Manzanares. Y ahí sigue, igualmente amparados en el enredado ramaje de álamos, sauces y tarays, inmóviles, para no desvelar su presencia. Así les vimos, a dos adultos y un joven que, lógicamente, pasaban desapercibidos para la gran mayoría de las personas que paseaban por la orilla del río.

Por lo sensible que resulta para las especies no señalaremos ni mostraremos en nuestras rutas la ubicación exacta ni de la familia de martinetes ni del comedero del azor, pero es muy posible que ellos mismos aparezcan de forma aleatoria para alegrarnos las rutas. Y, si no es así, ahí estarán lavanderas cascadeñas, gallinetas comunes, garzas reales, pinzones vulgares, mitos, cormoranes grandes, zorzales comunes o martines pescadores dispuestos a sorprender a cualquiera. Y aprender mucho con ellos y con la necesidad de conservar su hábitat.

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