Cien personas para ver aves

Congregar a cien personas para pajarear en uno de nuestros parques favoritos es una de las cosas más grandes y emocionantes que nos han pasado desde que empezamos nuestra andadura como Aver Aves. El motivo del encuentro era la presentación en el parque de Las Cruces de la Guía de aves en los parques de Carabanchel Alto, que edita la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto. Es un hito más en nuestra carrera por mostrar la biodiversidad urbana, que tuvo respuestas tan bellas como el dibujo/comic/cuaderno de campo de Miguel Ángel Movilla que veis en la portada de este artículo. Por último, también os contamos nuestras experiencias por los parques 190, 191, 192 y 193 que llevamos recorridos por la Comunidad de Madrid. 

Bellísimo cuaderno de campo de Miguel Ángel Movilla que refleja el pajareo que vivimos en el parque de Las Cruces

 La cita fue el domingo 20 de febrero en el anfiteatro que hay junto al estanque principal del parque de Las Cruces, que reparte su superficie entre los distritos madrileños de Carabanchel y Latina. Resultaba premonitorio que esa mañana hubiera en dicho estanque decenas de gaviotas reidoras y varias parejas de ánades azulones y que planearan sobre nuestras cabezas milanos reales y busardos ratoneros. Ellas tampoco se querían perder la presentación de la segunda edición de la Guía de aves en los parques de Carabanchel Alto.

Una vez más, esta nueva edición la ha editado la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto, está escrita por mí y ha contado con la colaboración del ilustrador Juan Varela y la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), que nos ha cedido los dibujos de dieciséis especies de aves para ilustrarla. A medida que se acercaba la hora de la presentación (11.30) y posterior paseo, se aproximaba gente; tanta, que nos quedamos sin guías para repartir, porque la numerosa y cariñosa asistencia rompió los pronósticos más optimistas.

Tuvimos que echar mano de otras dos personas ampliamente conocedoras de la avifauna de Las Cruces, Javier García y José María Paraíso, para que nos ayudaran a guiar a tan amplia concurrencia. Con el primero me une una relación muy especial, ya que hace catorce años, cuando presentamos en el mismo parque la primera edición, estaba allí bien pequeñito, con su madre. Como me han confesado ambos en varias ocasiones, dicho paseo sirvió para que Javier se aficionara a la observación de aves. Ojalá que Gael, Julia o Matthews, entre otros peques que estuvieron en la presentación del domingo, sigan el mismo camino.

Gaviotas reidoras y ánades azulones «flotan» en el estanque principal del parque de Las Cruces (FOTO: Adriana Castro Ter)

A partir de aquí, las aves, tan generosas ellas, y a pesar de los grupos tan numerosos que formamos, hicieron acto de presencia y animaron aún más el recorrido. No faltaron aquellas que pasan por “gorriones” para el resto de los paseantes: herrerillos, petirrojos, verdecillos o mosquiteros. Tampoco quiso perderse la cita el llamativo pito real, una gaviota sombría que se atrevió a posarse en el estanque a pesar del dominio aplastante de gaviotas reidoras o nuevos planeos en el cielo, esta vez de cigüeñas blancas.

Sin duda, todo esto se disfrutó aún más gracias a la cariñosa compañía de tanta gente, desde Luana, que advertía la presencia de gorriones molineros y lavanderas antes que nadie, a Miguel Ángel, con su hermoso cuaderno de campo del comienzo; pasando por las fotos de Adriana; el esfuerzo de Cristina de venirse con muletas al recorrido; el megáfono de Pedro, imprescindible para que me escuchara bien tanta gente; o la compañía de la más bebita del grupo, Maia, que vino junto a su mami Andrea y su papi Sergio. Y claro, con esta hermosa compañía, ¡cómo no iba a aparecer sobre nuestras cabezas el ave de Europa de mayor envergadura! Eso es, el punto y final lo puso un buitre negro.

Un buitre negro interrumpe felizmente la explicación en la última parada del pajareo por Las Cruces

Punto y final de ese emocionante recorrido, porque es punto y seguido con respecto a las visitas previas a esas rutas que hemos hecho desde que escribimos la última entrada al blog. También hemos estado con los últimos cursos del CEIP El Greco (distrito de Villaverde) por parques cercanos al centro escolar y las orillas del río Manzanares, y con primero de secundaria del colegio Aquila de Parla. En este caso por el parque de Las Comunidades de España, pero, en especial, disfrutando del único centro escolar que hemos visitado en el que se ve muy fácilmente a la cogujada común dentro de su recinto.

La respuesta a la presencia de la cogujada común está en la cercana Área de Importancia para las Aves Torrejón de Velasco-Secanos de Valdemoro, de gran valor para especies de estepas cerealistas, incluidas la cogujada, pero sobre todo la avutarda y el sisón. Por este motivo anduvimos chequeando aún más este terreno, ya que nos interesa recorrerlo con el colegio El Catón de Torrejón de Velasco. No muy lejos, en Getafe, recorrimos tres nuevas zonas verdes urbanas, también como chequeo para abrir futuras aulas en los parques.

No es muy normal dar con una cogujada común en parques urbanos, como en el de Mayorazgo de Villa de Vallecas

Estos parques (San Isidro, El Greco y el que rodea en parte al colegio Ana María Matute), junto al recientemente inaugurado de La Gavía en Villa de Vallecas, suman ya 193 entre todos los recorridos en la Comunidad de Madrid desde que en diciembre de 2012 comenzamos en El Retiro el proyecto de educación ambiental Aver Aves. Curiosamente, en un parque que linda con el de La Gavia, el de Mayorazgo, volvimos a ver cogujada común. Fue junto a familias de la FAPA Giner de los Ríos –federación de asociaciones de madres y padres de alumnos de la Comunidad de Madrid–, con quienes también disfrutamos de picos picapinos, milanos reales, carboneros garrapinos, lavanderas blancas, jilgueros, pitos reales…

Lo dije en la presentación de la Guía de aves en los parques de Carabanchel Alto y se percatan de ello adultos y peques que se vienen a nuestros safaris urbanos, queremos que llegue un día que llevar un prismático para observar aves en una zona verde urbana sea tan normal como correr o pedalear en ella, pasear al perro o jugar con una pelota. De esta manera, todas las personas que nos miran expectantes y curiosas cuando nos paramos a oír o ver aves ante la indiferencia del resto, entenderían nuestra pasión. Algunas ya se paran, nos preguntan y claro que nos entienden.

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