El mundo de las aves es maravilloso, también en la ciudad. Este mensaje, que no nos cansamos de repetir en cada una de nuestras salidas, es tan cierto como que lo vivimos ruta a ruta, donde podemos observar al ave de mayor envergadura alar de Europa, el buitre negro, y, acto seguido, a pocos metros, a un ser alado de escasos once centímetros, el herrerillo común. Y a partir de ahí: ver tres especies de palomas donde el resto de personas ve “una normal”, observar cómo una garza real pesca y engulle una carpa, deleitarse con la exhibición de belleza de una abubilla o asombrarse con el afán de un pico picapinos en repiquetear y extraer todo tipo de alimentos del tronco de un álamo.