Del mirlo albino al zampullín

La horquilla varía mucho: diversas aproximaciones científicas calculan que uno de cada 2.000 a 30.000 ejemplares de una misma especie de animal es albino. No sabemos con exactitud qué proporción le corresponde al mirlo común, pero en las tres salidas con escolares del colegio María Inmaculada que hicimos recientemente un ejemplar parcialmente albino (partes de cabeza y pecho) de esta especie nos dio la bienvenida. Y para terminar de demostrar a la concurrencia que no solo de palomas y gorriones viven las ciudades (en este caso concreto el parque de Las Cruces, en el distrito madrileño de Carabanchel), rematamos la ruta con un zampullín común y gaviotas reidoras en el estanque y con el vuelo de tres cormoranes grandes.

Si hay un parque al que Aver Aves le tiene especialmente cariño ese es el de Las Cruces, porque algunos de nosotros ya correteábamos por él de pequeñajos y porque es donde de forma más asidua solemos acudir a practicar el “pajareo urbano”. Cerca de sesenta especies llevamos identificadas en esta zona verde, y nos hemos encontrado con otros aficionados de pro que llevan apuntadas ochenta en su cuaderno. Los alumnos y alumnas del Colegio Diocesano María Inmaculada quedaron más que satisfechos con las 18 de media que identificamos por cada uno de los tres recorridos que hicimos con ellos (22 en total).

Como comentábamos en la entradilla, el mirlo común de cuello y pecho blanco fue el primero que, junto a cotorras, gorriones, mitos, urracas, palomas y estorninos, nos dio cada mañana la bienvenida. Una zona ajardinada con cedros, cuyas ramas bajas tocan el suelo, y salpicada de boneteros y otros arbustos alojaba el ir y venir del mirlo, mientras reparábamos en la anomalía de su plumaje. Es lo que tienen las rutas de Aver Aves, que como la caja de bombones de Forrest Gump, “nunca sabes qué te va a tocar”.

Eso sí, siempre toca algo y siempre impresiona: las acrobacias de los carboneros, el llamativo colorido de los pitos reales, la cresta y la confianza de las abubillas, el agudo martilleo metálico del canto del petirrojo, la bandada de jilgueros que va de la pradera a un árbol y viceversa y el acusado dimorfismo sexual entre los ánades azulones. Todo esto y algo más sirvió para demostrar el “paraíso ornitológico” que tenemos a escasos metros de nuestras casas.

En el caso del colegio María Inmaculada nos hemos encontrado con una dirección y un profesor, Juan José Argente, que más allá de confiar en Aver Aves para sacar las aulas al parque y contemplar en su salsa a la biodiversidad urbana, quieren incorporar la divulgación del mundo de la avifauna al currículum escolar. Han dotado al centro con prismáticos y guías, invierten tiempo en ampliar conocimientos y docencia en este campo y planifican instalar un comedero para aves para presenciar aún más cerca las evoluciones de algunas de las especies que se reparten por el entorno.

Desde Aver Aves aplaudimos estas iniciativas. Nos encanta que a partir de nuestra experiencia se prolongue en las aulas el conocimiento de la biodiversidad urbana y de las aves en particular. Creemos que es muy necesario que la fauna no se vea sólo como algo espectacular que aparece en los documentales de La 2 o como una exposición de animales en un zoológico o parque temático. Nada mejor que, tras dar un tema en clase sobre recursos naturales, biodiversidad, medio ambiente o la fauna de tu comunidad autónoma, salgas a la puerta del cole o instituto y pongas en práctica lo estudiado, incluida la observación de las aves que tenemos como vecinas.

Infórmate sobre nuestras rutas para colegios, institutos y ampas por parques y jardines de la Comunidad de Madrid.

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