El cariño de las palomas

De vez en cuando nos gusta repasar momentos concretos que vivimos junto a las aves en las diversas rutas que organizamos. La foto de portada de esta entrada al blog refleja uno de ellos. Juanjo, un asistente asiduo a nuestras HistoriAves de fin de semana, tiene el detalle de mandarnos algunas fotografías que toma durante dichas rutas; como el de estas dos palomas domésticas arrullándose en un muro que flanquea el río Manzanares a la altura de Matadero. A partir de aquí, colirrojos, herrerillos, garzas, gaviotas, lavanderas, gorriones, milanos, gallinetas, mitos, pitos ibéricos… protagonizan esta entrada y tantas rutas de Aver Aves.

Dos palomas queriéndose bajo la lluvia en Madrid Río. FOTO: Juanjo de las Casas

En Aver Aves no pasamos por alto ningún ave. No vamos de personas expertas en busca de especies poco habituales o difíciles de ver. Al igual que a nosotras nos sigue entusiasmando observar los vuelos, posados, comportamientos, cantos… de palomas, gorriones, mirlos o ánades azulones, intentamos transmitir esa misma pasión a las personas que nos acompañan. ¿Por qué dejar pasar un momento tan especial como el de esas dos palomas domésticas queriéndose bajo la lluvia? ¿Que luego vimos al martín pescador y hubo  admiración general? Pues sí, pero el momento palomas también fue digno.

Algo similar ocurrió en una de las últimas rutas con escolares con una garza real en el mismo río, en el Manzanares, aguas arriba, justo en el Puente Oblicuo, donde el Ayuntamiento de Madrid ha tenido la descabellada idea de poner focos para iluminar de noche el cauce y perturbar el descanso de la fauna y la flora. “¡Qué alta!”. “¡Qué cuello más largo!, ¿por qué lo tiene así?”. “Y lo encoge cuando vuela”. La sorpresa atropellaba las preguntas del alumnado de primero de secundaria del IES Gran Capitán de Arganzuela.

Garza real en un tramo urbano renaturalizado del río Manzanares

Por seguir con el desaguisado de la iluminación proyectada por el Ayuntamiento, días antes vimos en ese mismo tramo, con los focos casi encima de ella, a la mimética y huidiza agachadiza común. Qué lástima, que quienes nos gobiernan no aprendan a disfrutar de las aves como lo hacen nuestros peques, con respeto, admirando su presencia en el río pero sin intervenir negativamente en su natural deambular por el mismo.

En estos días, esa admiración se ha centrado en dos pájaros carpinteros. Alumnos y alumnas del IES Mariana Pineda de Moratalaz no salían de su asombro porque en las zonas verdes que delimitan una y otra acera de la muy transitada por coches calle Doctor García Tapia, y sin movernos de una de esas aceras, veíamos a un pito ibérico picoteando en una pradera y a un pico picapinos haciendo lo propio sobre un álamo blanco. “Pero si yo paso todos los días por aquí y no los había visto”, decía una alumna. “Hasta hoy”, contestamos nosotras.

Mito común, una de las aves que más sorprende a grandes y peques en nuestras rutas. FOTO: Juanjo de las Casas

Tanto al alumnado del IES Mariana Pineda como al del Gran Capitán les llamó la atención también especialmente el mito común. En grupos, con cantos tan agudos y burbujeantes, con la cola tan larga y el cuerpo tan en forma de bolita… Nunca los habían visto. “Me doy por satisfecha con haber visto a esta especie, qué monada”, decía una alumna. Realmente ese día acabamos identificando veinticuatro especies más. Algo para contar con orgullo sin duda al llegar a casa.

De Juanjo es el mito común de la imagen anterior, y de Juanjo es el herrerillo común de la siguiente imagen. Es una fotografía bellísima, con el herrerillo exhibiendo sus azules, amarillos y blancos entre las ramas casi completamente deshojadas de un sauce; con algunas de las hojas que le quedan poniendo otro atractivo punto de color. Es otra especie habitual en casi todas las salidas que organizamos, sea con centros escolares, con familias o con grupos de personas adultas.

Herrerillo común en un sauce del tramo renaturalizado del río Manzanares. FOTO: Juanjo de las Casas

Podríamos seguir con las gaviotas sombrías y reidoras que ahora nos sobrevuelan por decenas y centenas; con colirrojos y mosquiteros inquietos que para desesperación de quienes les observamos no paran un momento en su incesante búsqueda de comida; con los planeos de milanos reales que levantan también exclamaciones de admiración; con el ir y venir de las pizpiretas lavanderas arriba y abajo con su colita; con las gallinetas jugando al escondite entre la vegetación del río Manzanares…

Pero terminamos con el gorrión común. Sí, quizá con el más común de todos. Con una hembra que, aparentemente, no destaca por tener un plumaje muy llamativo, cola muy larga o un canto melodioso. Precisamente ahí está su belleza, en esa discreción en la que las diferentes tonalidades pardas y grises transmiten serenidad. Incluso nos permite averiguar más sobre la forma de su pico, de granívora total, de algunos blancos y cremas que refuerzan esa belleza de lo discreto.

Hay que pensar además que los gorriones comunes han desaparecido o han disminuido drásticamente sus poblaciones en muchas ciudades importantes europeas, como Londres o Praga. Y que en Madrid y otras ciudades de España llevaban un ritmo similar, ahora frenado. Pues eso, un motivo más para fijarnos en vecinas tan habituales pero que también necesitan de nuestro atención y, sobre todo, cuidado, como el gorrión común. Seguimos apostando también por las aves comunes en nuestras rutas. Hasta la siguiente.

Demostramos que contemplar una hembra de gorrión común también es bello. FOTO: Juanjo de las Casas
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