Feliz 2016: pon las aves en tu lista de deseos

Más de 1.500 personas, la gran mayoría niñas, niños y adolescentes, han escrito sus primeras listas de aves identificadas o sus primeros cuadernos de campo con dibujos de algunas de ellas tras las rutas con Aver Aves. Nos encantaría que entre los regalos y deseos que se piden para 2016 estuviera una lista con las aves que nos gustaría ver e identificar. Escapa a lo material, pero no a lo sensorial, a lo emocional y a lo sensacional. Vivir y sentir los gestos de emoción de los peques tras observar e identificar a una abubilla, un pito real, una lavandera blanca o un jilguero sigue siendo uno de los mejores regalos que esperamos de 2016.

“Pensar que esto que acabáis de ver y admirar es casi seguro que no lo viva ninguna de las personas que hoy pasean por Pinilla del Valle”. Ayer mismo, en uno de nuestros paseos pajareros familiares compartimos parte de la senda por la orilla del embalse de Pinilla, en el río Lozoya, con dos niños y sus madres. A ellos les hicimos dicho comentario tras observar por el telescopio una garza real.

Poco antes del avistamiento, las madres de los peques se habían sorprendido de vernos por allí con nuestro equipamiento de pajareros: “pero si ahora en invierno y con este tiempo (niebla) no habrá aves por aquí”, nos decían, demostrando el general desconocimiento sobre las vivencias de la fauna alada. Por eso el avistamiento de la garza real caló más hondo como regalo del día para sus ojos y para los de sus hijos.

El grupo avanzó deprisa para coger al resto de amigos y familiares que iban a visitar el yacimiento arqueológico del Valle de los Neardentales, al pie del embalse. Sin duda les esperaban otros interesantes regalos culturales e históricos, perfectamente compatibles con los que les tocaban en suerte si se hubieran quedado a nuestra vera, junto a los telescopios plantados sobre la arena de la orilla: martín pescador, somormujo lavanco (sigue siendo precioso con su plumaje invernal), ánade friso, ánade azulón, zampullín común y gaviotas sombrías y reidoras, entre otros.

Que los escolares se lleven a sus aulas y sus casas esta sensación recogida en listas y cuadernos de campos supone prolongar la ruta más allá de las tres horas de recorrido mañanero. Es lo que pretendemos en Aver Aves, que esta afición sobrepase los límites temporales y espaciales de una actividad extraescolar más y haga sentir a alumnas y alumnos lo cerca que tienen una sorprendente y desconocida biodiversidad necesitada de protección y conservación, para que la sigan disfrutando, tanto ellos como los diferentes seres vivos que la componen.

Hace unos días escribí un artículo en El País sobre la vuelta al mundo de Noah Strycker, fotógrafo, naturalista y periodista estadounidense que ha batido el récord del mayor número de aves vistas en un solo año, este 2015. A falta del último día (por hoy) lleva 6.031. Con esta cifra supera de largo la anterior, establecida en 4.341, y la marca que se propuso, llegar a las 5.000.

La historia de Noah puede sonar a capricho, a tachar por tachar especies, al afán de superar marcas… pero tras conocerle a él y a las personas que compartieron con él experiencia en su paso por España (animo a leer las 365 entradas, tantas como días de este año, de su blog Birding without borders), compruebas que su pasión es la nuestra: emocionarse con cada ave que vemos y pensar y trabajar para seguir viéndola y sintiéndola ahí, en el sitio en el que está.

Esto nos lleva también a pensar en el gorrión común, la especie más habitual de nuestras rutas y de cualquier ambiente urbano. ¿De cualquier ambiente urbano? No, de cualquier no. Los votos de personas como tú o como yo han servido para declararle Ave del Año de 2016 dentro de la campaña que impulsa la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife). ¿Por qué? Porque ya no es tan habitual en ciudades y campos, de hecho ya falta en algunas como Londres y Praga. En España tenemos un 10% menos que en 1998, y eso supone ¡casi 20 millones de gorriones comunes menos!

Ver al gorrión común también es un regalo, el primero con el que queremos obsequiaros en 2016. Nuestros pequeños aventureros y aventureras así lo entienden, y lo podéis observar entre los dibujos de sus cuadernos de campo, en la postal de nuestra felicitación. Podéis regalároslo vosotras y vosotros mismos con salir a la puerta, al balcón o a la ventana de vuestras casas. Es gratuito para nuestros bolsillos, pero, con el añadido de su conservación, es de un valor inmenso para la “cuenta corriente” de la biodiversidad.

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