Todo empezó en Madrid Río, a la altura del Puente del Rey, donde no faltaron ánades azulones, gallinetas, lavanderas blancas y gansos del Nilo. Acto seguido comenzamos a remontar el arroyo Meaques, entubado bajo tierra en la parte final de su desembocadura en el río Manzanares, a la altura de la Huerta de La Partida.
Como tantos lugares poco frecuentados de la Casa de Campo, el recorrido pegado a la orilla del Meaques asombró a las “ballenas” que nos acompañaron. No solo por las palomas zuritas, ruiseñores, pico picapinos, verderones, pinzones vulgares y jilgueros que se dejaron ver, sino por la frondosa vegetación de ribera que se muestra en todo momento.
Como Aver Aves también es un lugar donde compartir conocimientos entre todas las personas que se apuntan a las rutas, algunas “ballenas” aportaron información muy valiosa sobre plantas con las que nos topamos, como la saponaria, primera de la que se extrajo el jabón; Ulmus minur, nuestro olmo autóctono, el junco churrero y el roble albar. Fresnos, majuelos, encinas, robles melojos, gordolobos, retamas, pinos piñoneros, sauces… salpicaron el paseo de momentos botánicos intensos.
Y poco más. Que ya estamos animando a profes de colegios e institutos para que programen un Aver Aves para el próximo curso 2018-2019, y al resto de grupos de personas diversas a que sigan el ejemplo del Ficus y de Ballena Blanca, formen uno con ganas de aprender y compartir maravillas ornitológicas y salgamos a abrir aulas en los parques, para grandes y peques.