“Gracias por enseñarnos, profe”

Así de escueto, directo y cariñoso fue un niño de 4º A del colegio público Mesonero Romanos del Puente de Vallecas, en Madrid. Luego, él y sus compañeros y compañeras, nos dieron un abrazo. Podríamos comenzar esta entrada al blog con el número de escolares, institutos, grupos familiares e identificación de aves que hemos batido tras finalizar el curso 2020/2021; pero el cuerpo y el alma nos piden que el protagonismo sea de esos escolares. Sin su interés, participación y muestras de cariño las aves y nuestras aulas en los parques no serían lo mismo.

Enseñar a ver los parques de otra manera, a buscar las aves que los habitan, motiva el agradecimiento de los escolares

El pasado jueves 24 de junio concluimos el curso 2020/2021. Lo hicimos con el grupo de 4º C del colegio Mesonero Romanos, entre los jardines y parques cercanos a su centro escolar, principalmente el Lineal de Palomeras. No faltaron a la cita gorriones, palomas, mirlos, carboneros, cotorras, golondrinas, verdecillos, aviones y jilgueros. Tampoco conejos, hormigas, mariposas, plantas duras abriendo el asfalto, almeces, catalpas, pinos y cedros. Todos son elementos con los que abrimos aulas en los parques y les descubrimos decenas de enseñanzas, historias y curiosidades que despierta continuamente su interés.

Quizá por este afán en despertar su interés, sus ganas por aprender, algunos grupos, como el de 4º A, van más allá del ya de por sí emotivo coro de “gracias” y aplausos del final de la ruta, y se acercan y abrazan al monitor y a la monitora. Y alguno suelta un contundente: “gracias por enseñarnos, profe”. ¿Hay algo más grande que un alumno se acerque a su profesora o profesor y le diga esto? Pocas cosas, desde luego.

Estamos en plena ciudad de Madrid, en Villaverde, a la orilla del río Manzanares, pero ¿a qué parece que estamos de safari infantil por cualquier zona más salvaje?

Esta frase ha coronado un curso que comenzó difícil, lo mismo que acabó el 2019/2020, cuando tuvimos que cancelar veinticinco salidas por culpa primero del confinamiento y luego por las restricciones de movilidad y seguridad derivadas de la pandemia por la Covid-19. El presente 2020/2021 se presentaba con más optimismo, insistíamos en qué mejor actividad extraescolar o complementaria que salir al aire libre, a la naturaleza urbana, para conocer a los seres vivos que tan importantes son para frenar estas y otras pandemias. Si los tratamos bien, claro.

Por otro lado, las salidas de fin de semana, con grupos de personas no convivientes, también se nos cerraban. Hasta que llegó un nuevo centro escolar con el que nunca habíamos abierto aulas en los parques, el instituto Rosales de Móstoles. Era ya finales de noviembre, y nos fuimos con sus cinco grupos de primero de secundaria. Y antes de acabar el año se apuntaron también los primeros de secundaria del colegio Aquila, de Parla.

Qué emoción para este grupo el ver garcillas bueyeras en la rotonda al lado de su cole

Casi al mismo tiempo, con grupos reducidos al principio de ocho personas y ya avanzado este año de quince, recuperamos las rutas de fin de semana con adultos y familias, en especial las organizadas por la Federación de la Comunidad de Madrid de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (FAPA Francisco Giner de los Ríos). A partir de aquí fue ya un no parar de rutas tanto en horario escolar como los sábados y domingos. “Es que necesitan salir, socializar, hablar, escuchar, pasear”, decían el profesorado. Y si encima les descubres un “mundo alado” que hasta el momento había estado oculto para ellos.

«No puede ser, el ave más grande de España sobrevuela mi cole». Sí, puede ser. El buitre negro

“¿Qué el ave más grande de España vuela sobre Coslada?” Que la comidilla entre familias, profes y alumnado del colegio William Shakespeare fuera en torno a esta pregunta es un ejemplo del despertar de ese descubrimiento. Porque sí, con muchos de los diecinueve grupos que salimos de este cole, conseguimos ver al buitre negro, el ave de mayor envergadura alar de España. Bueno, también vimos aguililla calzada, milanos negro y real y cernícalo vulgar. Todo rapaces que ni por asomo pensaban que los tenían sobre sus cabezas. Por no hablar de los “tres mosquiteros”: los aviones, golondrinas y vencejos que nos libran de toneladas de mosquitos.

Y tras las sensaciones, que es lo más importante, los números. Este 2021/2022 hemos alcanzado el mayor número de alumnas y alumnos apuntados en un solo curso. Hasta ahora teníamos una media de 900 y en el presente hemos llegado a los 1.241. A ello hay que añadir 115 menores de edad que se han apuntado con sus familias (127 adultos) a las rutas de los fines de semana. Nunca habíamos conseguido este nivel de asistencia los fines de semana.

Nos queda el recuento de la principal “materia prima” con la que trabajamos, las aves, pero eso lo dejamos para la próxima entrada al blog. Ahora nos quedamos con esas sensaciones, que nacen del boca a boca que transmite la importancia de expandir nuestra experiencia. Por eso, cerramos la entrada con otras dos frases, estas de una madre y un AMPA:

“Muchas gracias por los paseos que habéis dado con nuestros chavales. Otra manera de ver el barrio increíblemente enriquecedora”.

“Ha sido un placer, la actividad es preciosa, sabéis cómo transmitir vuestros conocimientos y vuestra pasión por las aves, nuestras niñas y niños han aprendido y han disfrutado muchísimo ¡Nos habéis llenado la cabeza de pájaros!”

Las salidas de fin de semana también han reparado sorpresas, incluidas las cigüeñuelas, ánades frisos y chorlitejos que vimos desde aquí
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