Jardines inesperados entre escolares «italianos»

Aparte de hacer disfrutar a niños y niñas con la observación de la avifauna urbana, una de las cosas que nos resulta más gratificante desde que comenzamos el proyecto Aver Aves es descubrir rincones verdes de la ciudad de Madrid que no creíamos que aportaran mucho desde el lado de la biodiversidad o que directamente desconocíamos su existencia. En ambos casos se sitúan los jardines de Nuevos Ministerios y los del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN/CSIC). Alumnos y alumnas de tercero de Primaria de la Scuola Italiana de Madrid compartieron esta misma sensación con nosotros.

Sombra, amplia mesa, escolares atentos y el abrigo del Museo Nacional de Ciencias Naturales, ¿qué más se puede pedir?

Los jardines de Nuevos Ministerios están abiertos al público, cualquiera los puede visitar durante el tiempo que permanecen abiertos, festivos incluidos (es cuando merece la pena entrar), aunque poca gente se acerca a ellos. No son un dechado de virtudes paisajísticas porque el asfalto lo domina (hay multitud de plazas de aparcamiento), pero si algún rincón de la capital merece el calificativo de isla verde, estamos en él, sobre todo si dirigimos la mirada a las elevadas torres de Azca, donde, aunque no les vimos, se acerca algún que otro halcón peregrino.

Es muy valorado por las personas que lo visitan, pero como veis en los comentarios del anterior enlace nadie hace mención a las palomas torcaces que picotean en las praderas, los mirlos que construyen los nidos en los pinos piñoneros, los agateadores que trepan por estos últimos o los verderones que cantan entre las ramas de cualquier árbol. Aunque, por cuestiones de tiempo, no pudimos recorrerlos a fondo durante nuestro particular safari urbano, los niños y niñas de la Scuola Italiana que nos acompañaron ayer se lo apuntaron en sus libretas como un lugar digno de ser visitado con sus mamás y papás. Solo tienen que cruzar una calle para entrar en estos jardines.

A modo de trampantojo, este águila se asoma a los jardines del Museo Nacional de Ciencias Naturales

Una calle más tienen que cruzar para llegar al jardín del MNCN/CSIC. Normalmente, cuando se visita este museo se accede a las exposiciones y colecciones que guardan bajo techo, que ya suponen en sí un agradable chapuzón en la historia natural y la biodiversidad, pero pocas personas reparan en completar el recorrido por el jardín. Craso error, y más ahora en primavera, donde los efluvios que desprenden tomillos, lavandas, espliegos, salvias y jaras, entre otras plantas aromáticas presentes, casi tiran de uno para no perderse ninguno de los parterres del jardín.

Atentos al árbol del amor, del que brotan flores incluso directamente desde el tronco

La composición y estructura del jardín está vinculado al monte mediterráneo, no solo por las aromáticas citadas, sino también por la coscoja, el alcornoque, el madroño o la encina. Rematan este monográfico mediterráneo algunos ejemplares más exóticos y singulares de especies que formaban parte del museo casi desde su apertura, y que dan mucho juego en los recorridos con escolares. Hablamos de cedros, del Ginkgo biloba, de los árboles del amor (buen momento también para comprobar cómo sus flores nacen incluso del tronco), palmitos o eucaliptos.

Daniella dejó su particular visión sobre los vencejos que nos sobrevolaban en su cuaderno de campo

Uy, que casi se nos olvidaban nuestras amigas las aves. Lógico, con tal exuberancia botánica. Pero no, por aquí dejan también sus huellas (sonora y visual) las palomas, los mirlos, lo carboneros, los verdecillos y, también por esta época, los vencejos comunes. Luca, Lucía, Olimpia, Italo, Daniella, Edmondo y compañía nos volvieron a demostrar que la visión cercana por un telescopio de una urraca (gazza), una paloma doméstica (piccione) o un estornino negro (storno nero) supone para casi todos ellos un acontecimiento de lo más novedoso. Casi había que arrancarles los oculares de la vista.

De nuevo, otra ruta en la que aprendes lo necesitados que están muchos alumnos y alumnas de este tipo de actividades y otra zona verde urbana en el que casi te olvidas que al lado pasa la principal arteria vial que une el norte con el sur de la capital, el paseo de la Castellana. Ya lo hemos dicho, la biodiversidad también sorprende desde cualquier esquina de tu ciudad.

PD: No queremos despedir este artículo sin agradecer a las personas encargadas de la seguridad y gestión de visitas del Ministerio de Fomento y del MNCN/CSIC su amabilidad para facilitar la rutas de prospección y la entrada a los jardines con los peques. Así, la biodiversidad urbana está aún más a nuestro alcance.

Infórmate sobre nuestras rutas para colegios, institutos y ampas por parques y jardines de la Comunidad de Madrid.

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