Hemos hablado en más de una ocasión que, en especial con los grupos escolares, aves que aparentemente nos parecen “normales y comunes” despiertan un gran interés porque pocas veces (o ninguna) tienen la ocasión de pararse a verlas, reconocerlas y disfrutar con detalle y sosiego de sus poses, cantos y vuelos. Es el caso del mirlo, la urraca, el verdecillo e incluso el gorrión común. Pero claro, cuando a estas se unen el aguililla calzada, el buitre negro, el somormujo lavanco, el martinete común o la espátula común saltan chispas de la emoción. Es lo que ha ocurrido en los últimos recorridos que hemos hecho.