Más aves que personas en los parques

En respuesta al interés mostrado por centros escolares de Navalcarnero hacia las rutas de Aver Aves, hace unos días encaminamos nuestros pasos hacia parques y jardines urbanos de esta localidad del sur de Madrid. La primera lectura, por conocida, no nos dejó de sorprender. Era un “cálido” sábado de otoño y la presencia de personas en los parques, testimonial. Llega el frío y, desgraciadamente, es algo común que la gente se retraiga en visitar las zonas verdes, incluso urbanas. Los Charcones, El Silo, Las Eras y Feliciano Hernández, que reparten esculturas, estanques, arboledas, parterres y praderas por doquier, los transitaban los deportistas de rigor, algún paseante con perro y tres o cuatro personas que simplemente aspiran a pasar una mañana placentera respirando y observando biodiversidad. Tranquilos, coles e institutos de Navalcarnero, las que no faltaron a su cita, como es habitual, fueron las aves.

Estanque del parque Feliciano Hernández de Navalcarnero

La mirada de los pocos paseantes que bordean el estanque del parque Feliciano Hernández  (auténtico museo al aire libre gracias a las obras del escultor homónimo) se centran en el siempre majestuoso cisne vulgar solitario que nada sobre sus aguas. Sin embargo, nadie repara en las pizpiretas lavanderas blancas y cascadeñas que recorren el perímetro del estanque ni en las cogujadas comunes y los colirrojos tizones que aprovechan, tímidamente y siempre vigilantes, pequeños charquitos para abrevar o darse su baño mañanero. En esto último los gorriones comunes, en bandadas de diez o doce ejemplares, suelen ser más descarados.

La fructificación de los madroños forma parte del paisaje actual del parque Feliciano Hernández

El parque Feliciano Hernández es el más grande con diferencia de los que visitamos (Navalcarnero cuenta con 19 de distinto tamaño y condición). En esta época otoñal en la que estamos, tanto las encendidas hojas de los arces japoneses como los frutos de los madroños, adornan un paisaje urbano en el que sobresalen también las matas de romero. De unos a otros se pasean los ahora notoriamente presentes petirrojos, y en lo alto de los cipreses y álamos son los verdecillos los que dominan el panorama con su trino tan quebrado y característico. Debido a la cercana presencia de los encinares del suroeste madrileño no sería extraño que en algún paseo, mirando al cielo, nos sorprendiera el vuelo de una cigüeña negra o un águila imperial ibérica.

El rojo encendido del arce japonés llama la atención en estos días en los parques de Navalcarnero

Las siguientes paradas fueron los parques de El Silo y de Las Eras. En el primero también miramos al cielo, con parada en lo alto del silo, vestigio de la tradición agrícola de Navalcarnero. Bajo el voladizo del tejado se aprecian los restos de nidos, a buen seguro morada de aviones y golondrinas que en estos momentos andarán buscando acomodo en algún lugar del África central más atlántica. En el de Las Eras llama la atención un elefante. Por supuesto hablamos de una escultura. El parque se adentra, ya en formación de bulevar, hacia la salida a Madrid entre las calles de Las Eras y la Constitución. En este caso, entre olivos y fresnos no dejamos de oír a petirrojos y verdecillos ni de ver a mirlos, carboneros y herrerillos.

Este «escultural» paquidermo forma parte del parque de Las Eras

Estos últimos paseriformes, además de agateadores comunes, también son protagonistas del último parque que nos queda por comentar, el de Los Charcones. Ni tan grande como el primero (Feliciano Hernández), ni tan pequeño como los segundos (El Silo y Las Eras), destaca también por sus esculturas y por los sauces llorones que adornan un recoleto estanque donde tórtolas turcas, palomas torcaces y comunes, gorriones, mirlos y urracas frecuentan sus orillas constantemente en busca de agua.

Después de nuestro paseo queda claro que los alumnos y alumnas de los institutos Profesor Angel Ysern y Carmen Martin Gaite, y de los colegios Carlos Ruiz, San Luís Gonzaga y Villa de Navalcarnero están en las mejores condiciones para convertirse en los primeros expertos en hacer valer la biodiversidad urbana de este municipio entre sus mayores. Y las aves, cómo no, ayudarán un montón en este cometido. Les animamos pues a que reguemos este brote de educación ambiental con las rutas que organizamos en Aver Aves. Os esperamos.

 

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