“Mirad: patos”. No, “mirad: ánades azulones, patos corredores indios, ocas, gaviotas sombrías…”

Y también podríamos añadir cormoranes grandes, lavanderas blancas y hasta algún híbrido de porrón. Ya sabéis, para la gran mayoría de personas que miran hacia el estanque o lago de un parque urbano toda ave que asoma es un pato; incluso para los pescadores apostados en las orillas del de Las Comunidades de Parla, que fueron entrevistados por escolares de secundaria del colegio Aquila. Ellos y ellas han sido los últimos en comprobar que en esas láminas de agua urbanas hay mucho más que “patos”.

El colegio Aquila de Parla está ubicado en un sitio privilegiado para iniciarse en la observación de aves y en el descubrimiento en general de la biodiversidad cercana. Desde sus ventanas se divisa un nido de cigüeña blanca ocupado y situado sobre una torreta instalada al efecto. Y sin salir del recinto escolar, estorninos negros, cogujadas comunes, lavanderas blancas, colirrojos tizones y gorriones comunes animan también la observación.

Aparte de contar enfrente de sus aulas con el parque de Las Comunidades y el arroyo Humanejos (en pleno proceso de restauración) se extienden hacia el sur terrenos abiertos de cultivos y pastos que favorecen que se mezclen aves urbanas con otras más campestres, como el bisbita común, la tarabilla común, el triguero, la perdiz roja y el milano real.

Por supuesto, todo lo relatado hasta aquí era completamente desconocido para los escolares de varios grupos de secundaria del colegio Aquila (gracias de nuevo a un profe, en este caso Ángel, por promover las rutas) que nos han acompañado durante los últimos días. No solo desconocían la existencia de estas aves, sino también el nombre del cauce fluvial más cercano a su centro escolar e incluso, muchos, el del parque.

“Este es el parque de los patos”. Sí, esta denominación es casi universal para muchos parques que tienen un estanque o lago en su interior y en el mismo nadan “patos”. Bueno, patos y todo lo relatado al principio de esta entrada al blog. De nuevo revelar la biodiversidad cercana, su historia, sus nombres, se convierte en un ejercicio de acercamiento de la naturaleza a las aulas que las alumnas y alumnos viven casi como experiencia iniciática.

“Tranquilos, no pasa nada, las personas que pescan, pasean a sus perros o corren todos los días por este parque también lo desconocen”, se les advierte, para que comprueben que queda mucho por hacer para aprender a valorar y proteger lo más cercano. Algún viandante entrevistado por los escolares se atrevió a decir que posiblemente en el parque y su entorno directo se vean hasta cuarenta especies de aves diferentes, aunque él nunca se haya parado a comprobarlo.

Nosotros sí, porque entre las cuatro rutas realizadas con El Aquila más la previa de reconocimiento del terreno dimos fijo con treinta y seis especies, grullas incluidas, que en un pequeño bando rezagado enfilaban hacia Extremadura con su clásica formación de uve. “El otro día vi un bando de picogordos, que suelen estar por aquí en invierno”, nos dijo un operario del Ayuntamiento de Parla al vernos de pajareo con los escolares. Si añadimos la identificación difusa de otros carboneros, herrerillos y agateadores tenemos las cuarenta aventuradas por el paseante mencionado. Y seguro que hay más.

En fin, una vez más disfrutamos conjuntamente con escolares de la apertura de aulas y mentes hacia la biodiversidad urbana. Y también volvimos a demostrar que el frío, algunas gotas de lluvia y un viento razonablemente soportable no impiden que se produzca la exaltación de los adolescentes por ver por primera vez a un petirrojo posando para el grupo en las ramas bajas de un álamo blanco o a una gallineta común buscando comida junto a la cigüeña blanca en los márgenes más salvajes del arroyo Humanejos.

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