Observar y escuchar. Nada más y nada menos

En esta entrada os dejamos una galería de fotos de los alumnos y alumnas de primero del instituto Vicente Aleixandre de Miraflores de la Sierra en plena identificación de las aves que habitan en su entorno (más una sorpresa final). En total dimos con veintisiete especies, que no está nada mal, pero lo mejor fue el disfrute y la calidad de los momentos que le dedicamos a cada una de ellas, o al menos a la mayoría. Sobre todo para recuperar el placer de observar y escuchar la naturaleza que nos rodea.

De entrada hay que decir que un cole que invierte en veinte prismáticos como parte del material escolar dice ya mucho de su interés por conocer la viveza de su derredor. Si además, en los muros, lucen hermosas y comprometidos dibujos con mensajes como “Las personas, al igual que las aves, son diferentes en su vuelo, pero iguales en su derecho a volar, el cariño por un centro escolar como el Vicente Aleixandre se acrecienta.

Y nada, ahí nos tenéis, en la primera foto, la de apertura, justo mirando hacia dicho centro, a su tejado, casi estrenando los prismáticos mientras observamos a la primera especie que apuntamos en el cuaderno de campo: la urraca. Justo al lado dimos también con la paloma doméstica, los gorriones comunes y los estorninos negros.

Escasos metros habíamos andado cuando los que nos retuvieron con prismáticos y telescopios fueron los mirlos comunes, los verderones, las palomas torcaces y los verdecillos. Mucho más arriba buitres negros y leonados coronaban la escena.

Quietos parados y paradas, que hay un macho de colirrojo tizón arriba y abajo entre unas hierbas y pequeñas plantas, a la caza de insectos. Al final tuvo el detallazo de dejarse ver en todo su esplendor primaveral (negro intenso en el cuerpo y rojizo en la cola) al subirse a la puerta de entrada de un jardín.

Ahora en el suelo, rabilargos, no en vano estamos en uno de sus hábitats preferidos, en el lugar que llaman La Dehesilla, una dehesa de uso comunal donde dominan las encinas. En ese momento, mirando al cielo observamos a una cigüeña blanca y a las primeras golondrinas comunes del recorrido.

Sin irnos muy lejos de La Dehesilla, agudizamos el oído para distinguir dos cantos: el del pinzón vulgar y el del carbonero común, muy singulares y diferentes el uno del otro. Un poco más adelante, añadimos a la lista a un inquieto mosquitero común.

Miradas y dedos arriba para señalar la ubicación exacta del milano real que nos disponemos a localizar con los prismáticos. No muy lejos de aquí nos deleitó un posado con canto del petirrojo y el inquieto ir y venir de un herrerillo común entre los fresnos. También contamos el vuelo de huida de un arrendajo y los cantos y alarmas de lavanderas comunes, currucas capirotadas y ruiseñores comunes.

Veníamos caminando desde la antigua estación de tren de Miraflores de la Sierra, donde habíamos añadido al avión común y poco después al ratonero común. Pero el que nos impresionó más, casi como punto final de la ruta, fue el majestuoso planeo del águila real.

Casi como punto final porque quedaba entrar en el instituto y comprobar eso que decimos que lo ideal es que Aver Aves no sea flor de un día, que se prolongue con más actividades que motiven a los escolares a seguir disfrutando con esas vecinas tan olvidadas de alas y pico. Por eso os dejamos con los trabajos que, gracias a profes como Israel y Dani, permiten que las aves sigan muy cerca de estos alumnos y alumnas.

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