Patos colorados en Vicálvaro

Nada más plantar los telescopios en el bulevar José Prat, en el barrio de Valdebernardo, un jilguero se encaramó en lo alto de un pruno en flor y comenzó a deleitarnos con su trino primaveral. Un gran recibimiento que auguraba una jornada de éxito entre las zonas verdes del distrito de Vicálvaro. Elegimos el comienzo del bulevar José Prat para demostrar que no son necesarios amplios jardines y parques para citarse con las aves de la ciudad y para demostrar al colegio cercano de Los Almendros que tienen aquí un punto de salida idóneo de cara a apuntarse a una ruta de Aver Aves. Pero vayamos con más sorpresas.

Una de las cinco parejas de patos colorados localizadas en el estanque del parque de Valdebernardo.

El CEIP Los Almendros, junto a los CEIP e IES Valdebernardo, tienen a su vera una combinación de bulevares, jardines, parques y descampados pintiparados para que sus alumnos y alumnas gocen con la cercanía y variedad de la fauna alada. Afortunadamente, el diseño y construcción reciente del barrio de Valdebernardo huye de calles estrechas y hormigón abigarrado y la vegetación y los parterres brillan por su presencia. Típico lugar en el que, tras dar cuatro pasos a la salida de un portal, te abordan cantos y vuelos de mirlos, gorriones, jilgueros, lavanderas, verdecillos, carboneros, palomas torcaces y cotorras argentinas.

Telescopios instalados y preparados para iniciar la ruta de Aver Aves en el bulevar José Prat.

Cogimos el bulevar José Prat en dirección al parque de Valdebernardo y durante la transición al mismo uno de esos descampados nos ofreció el discurrir inquieto de tres parejas de currucas capirotadas que se movían entre árboles y arbustos. En el suelo, más lavanderas blancas y alguna cogujada común mantenían alerta la vista, porque el oído se reservaba para verderones, verdecillos y pinzones. Y todo esto con otro cole, el CEIP Pedro Duque, a las puertas de tamaña vivacidad ornitológica.

Este mismo cole casi se asoma al parque de Valdebernardo, que tiene continuación en la orla arbolada que rodea Faunia. Nada más llegar, sorpresón. En el estanque menos concurrido del parque, además de habituales, como ánades azulones, una gaviota sombría y varias gallinetas, destacaban la figura y librea características de cinco parejas de patos colorados. La presencia de este tipo de especies en parques y jardines urbanos canta mucho, y a veces se achaca a escapes de ejemplares en cautividad, más con Faunia al lado. ¡¡¡Pero cinco parejas!!! Eso ya se explica menos.

Pareja de tarros canelos en otro de los estanques del parque de Valdebernardo.

El estanque tiene un mirador que se convirtió en un lugar de privilegio desde el que observar con detenimiento a los patos colorados. Varias familias se pararon a preguntarnos el motivo de nuestro despliegue óptico, y grandes y pequeños, tras comprobar la respuesta a través de los telescopios, quedaron encantados. Bien es cierto que los patos colorados se mostraron muy confiados en todo momento. Como la pareja de tarros canelos (otra sorpresa más relativa, porque sí provienen de escapes) que hay en el otro estanque.

En esta otra lámina de agua la afluencia de público es mayor y la tendencia a echar de comer a todo tipo de patos (muchos híbridos con especies exóticas) provoca concentraciones de lo más variopintas. Algunas personas nos han comentado que se han llegado a ver gansos del Nilo, cercetas comunes, garzas y limícolas. La disposición más irregular del estanque, una isla con vegetación diversa y una zona muy cerrada con espadañas facilitan también esta diversidad acuática, a la que no es ajena una superpoblada colonia de galápagos de Florida.

Un sauce llorón «cae» sobre uno de los estanques del parque.

Pero no solo de estanques vive este parque. Aunque todavía les queda por crecer y demostrar lo mejor a las arboledas de sauces llorones, tilos, pinos, mimosas y prunos que se prolongan hacia el casco antiguo de Vicálvaro, dan el juego suficiente para que se muestren entre ellos herrerillos, pitos reales, palomas torcaces y pinzones, entre otros. Un CEIP, Doctor Severo Ochoa, y un IES, Joaquín Rodrigo, no quedan muy lejos de la entrada más septentrional del parque, aunque para ellos reservamos una ruta mejor, entre el parque de la Vicalvarada y el de la Maceta. Cientos de estorninos negros posados en árboles y casas abandonadas en descampados nos parecían decir que, la próxima vez, nos dejemos caer más por estos lares. Así será. De momento, coles e institutos de Vicálvaro, tomar nota y apuntaros con Aver Aves a contemplar de cerca y con sosiego tan variopinta avifauna.

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