Por estas fechas, a poco que te alejes del bullicio de la ciudad, en los descampados periurbanos con restos de lo que fueron tierras de labor, es posible ver y oír a las perdices rojas. Más allá, a campo abierto, las matan. Es plena temporada de caza, por lo que buscan terrenos menos hostiles, que a veces coinciden con los límites de algún parque. Ocurre así en el de La Alhóndiga, en Getafe, la gran zona verde urbana de esta localidad del sur de Madrid donde pinares, estanques, rías, setos y, por supuesto, terrenos de transición hacia el monte, alojan una avifauna digna de ser descubierta por los escolares que estudian y viven en sus cercanías.