Reconexión con la naturaleza de Chinchón a Orcasitas

Se nota que cala la necesidad de sacar a los escolares de sus aulas y, gracias a las aves, llevarles de la mano por la biodiversidad que tienen más cerca. Reconexión con la naturaleza lo llamamos. Ese empaparse de biodiversidad urbana se ha multiplicado gracias también a que llevamos dos cursos colaborando con la FAPA Giner de los Ríos –federación de asociaciones de madres y padres de alumnos de la Comunidad de Madrid– y uno con el programa Creación de jardines sostenibles educativos para el fomento de la biodiversidad urbana del Real Jardín Botánico (RJB/CSIC). Esto, y el mayor conocimiento de nuestras actividades entre la comunidad escolar madrileña nos ha llevado a abrir nuevas aulas con centros escolares de Chinchón, Vallecas, Orcasitas, Carabanchel o Getafe. 

Sin perder de vista en Chinchón a jilgueros, pinzones y verderones

Por primera vez hemos recorrido zonas verdes cercanas a la localidad de Chinchón y visitado los parques Valdebernardo de Vicálvaro con familias y el Azorín en Puente de Vallecas, el Cerro Almodóvar en Carabanchel y las estepas cerealistas de Torrejón de Velasco con escolares. Son algunas de las últimas aventuras que hemos corrido gracias a Aver Aves, y que nos han deparado grandes momentos de pajareo, educación ambiental y reconexión con la naturaleza.

Hoy en día un parque es para niños y adolescentes un lugar de esparcimiento donde se reúnen, se columpian o juegan al fútbol. Rara vez lo ven como un lugar en el que disfrutar con la variedad de flora y fauna que encierran. Hasta que alguien les reconecta con la naturaleza y empiezan a oír el canto del verdecillo y el mirlo o la “carcajada” del pito real y a contemplar la belleza de la malva en flor, cómo una abeja o una mariposa no se separan de los jaramagos floridos, el nido de las palomas torcaces en los olmos o las lombrices que tanto le gustan a mirlos y abubillas.

El canto del verdecillo es parte importante de la banda sonora de las aves en estos días

Lo de que “empiezan a oír el canto” de las aves es lo que más nos llama la atención en nuestra experiencia de casi diez cursos, decenas de zonas verdes urbanas visitadas y casi 8.000 escolares que han pasado por nuestras aulas en los parques. Pasa igual con los adultos. Somos capaces de escuchar y diferenciar los ruidos de la ciudad, del tráfico, de coches, de motos, de máquinas perforando el asfalto y segando la hierba o podando ramas, de grúas, excavadoras, aviones… Pero no nos paramos a deleitarnos con el canto al unísono, como ocurre ahora, de mirlos, colirrojos, golondrinas y verdecillos.

Hay que ver esas caras de sorpresas de los escolares (y de las personas adultas) de los centros y en los parques mencionados. Nos pasó con las alumnas y alumnos de tercero y quinto de primaria del colegio Miguel Hernández de Getafe. “Pero cómo es posible profe, si no oímos nada de lo que nos dices”. Hasta que se quedaron completamente en silencio y lograron discernir los cantos y reclamos del verderón común, la tórtola turca, el verdecillo, el mirlo común, el gorrión común y la urraca. No salían de su asombro.

Colas con peques del CEIP Lope de Vega para ver a las palomas zurita y torcaz, el estornino, la urraca y el mirlo

Algo similar ocurrió con el escribano triguero, la cogujada común y las currucas cuando salimos con familias por el área de Valdezarza y el arroyo Valdepozas en Chinchón y con escolares del colegio El Catón de Torrejón de Velasco por campos de cereal. Y con más aves y escolares del IES Pio Baroja de Orcasitas (Usera) por el parque Emperatriz María de Austria; con los del CEIP Lope de Vega de Carabanchel por el parque de San Isidro; con los del IES Vallecas 1 de Puente de Vallecas por el parque Azorín; o con los del CEIP República del Uruguay de Latina por el parque Cerro Almodóvar.

Sí, llevamos una primavera muy nutrida y variada de parques por toda la Comunidad de Madrid, y lo mejor de todo es que para todos los centros escolares y familias que nos llaman, siempre le sacamos partido a un recorrido pegado a sus casas, colegios e institutos. Antonio Sandoval, experto observador de aves y divulgador de sus valores, decía recientemente en la presentación en Madrid de su libro De pajareo, que tenemos que aficionarnos a observarlas a partir de las aves que tenemos más cercanas, e incluso mantener fidelidad a ese lugar que nos descubrió este maravilloso mundo de la avifauna.  

A esto se llama acabar a lo grande una ruta: buitre negro en el cielo y oropéndolas en los álamos

Desde luego que es una gozada saber reconocer y deleitarnos con vecinas como la golondrina, el mirlo, el colirrojo, la urraca, la paloma torcaz, el vencejo o el jilguero, pero es que acabas casi dando saltos de alegría si de repente se suman en el cielo un milano negro, una cigüeña blanca y una aguililla calzada, como nos ha ocurrido hoy con los peques del CEIP República del Uruguay en el parque Cerro Almodóvar. ¿Y lo del domingo con más familias por el parque Lineal del Arroyo Butarque en Leganés?  Justo acabando la actividad nos sobrevoló el ave de mayor envergadura de Europa, el buitre negro, y se encaramó a los álamos la bella oropéndola. Reconexión con la naturaleza pura y dura.

 

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