Regalos con alas cuelgan de los árboles de Madrid

Salimos del céntrico metro de Ópera, en Madrid. En estas fechas, la gran mayoría de las personas enfila la calle Arenal arriba, en busca de los templos del consumo navideño. Raro escapar al aluvión de luces, música y fraternidad navideña sin gastar un euro. Aver Aves decide emprender el camino en sentido contrario, hacia la plaza de Oriente. Queremos disfrutar de la compañía de nuestras amigas las aves también en Navidad, en la ciudad, en libertad y por cero euros. Y nada más pisar la plaza, el primer regalo envuelto en una algarabía de trinos: un grupo de unos doce jilgueros comparte banquete con herrerillos y carboneros entre los frutos de un liquidambar.

Jilgueros en un liquidambar en plena plaza de Oriente de Madrid

“Perdonar, ¿qué miráis?, ¿es para un reportaje?” Una familia que vive cerca de la plaza de Oriente se sorprende de nuestras observaciones y se alegra de descubrir que tienen a tan ilustres aves como vecinas. Así comienza un recorrido que pretende demostrar que Madrid ofrece paseos y divertimentos sin necesidad de gastar un solo euro. Y para ello elegimos zonas céntricas de la capital con muchas posibilidades de hacer safaris urbanos con muchos colegios e institutos cercanos que lo pueden disfrutar.

La plaza de Oriente forma un hermoso balcón hacia la Casa de Campo, el monte de El Pardo y la sierra de Guadarrama, además de obligar a reparar en la historia que encierran sus fachadas y estatuas. Ente sus jardines tiene lugar un bullicio que suele pasar desapercibido, como es habitual. Es el que forman, entre otros, el reclamo repiqueteante del petirrojo, la búsqueda de alimento del mirlo entre la hojarasca y el trepar inquieto entre los troncos del agateador común. Ya llevamos un buen lote de regalos, pero al ir de camino hasta el siguiente parque, tras las mamparas “antisuicidios” del puente de Segovia observamos a una paloma zurita en la copa de un cedro.

Vistas de la catedral de la Almudena y de la sierra de Guadarrama desde los jardines de Las Vistillas

La paloma zurita, aunque menos común que la torcaz y la doméstica, también se ve en ambientes urbanos. Sus ojos negros y un gris casi homogéneo la hacen inconfundible. La zurita se convierte así en la especie que nos da la bienvenida en la entrada al recoleto y quebrado parque de Las Vistillas, que hace honor a ese nombre por los paisajes que se divisan desde su parte más alta, incluidos los posados de urracas y estorninos negros, que merodean por la catedral de la Almudena. Es muy pequeño, jalonado de jardines en terraza, pero con rincones encantadores, entre los que resaltamos el zigzagueo de la escalinata de la Cuesta de los Ciegos. Sentados, casi en silencio, hasta la “risotada” del pito real suena agradable. Todo ello además de ver a un kiwi. Sí, el ave, no el fruto.

Grafiti de un kiwi sobre el cartel de un álamo blanco de los jardines de Las Vistillas

Casi como continuación de Las Vistillas llega el parque Atenas. Se podría definir como la zona abierta del Campo del Moro, los jardines del Palacio de Oriente. En este caso, el dominio de las praderas hace que bandadas de cotorras argentinas y palomas torcaces y domésticas las frecuenten en busca de sustento culinario. La gran variedad de especies de árboles, incluidos enormes ejemplares de pino piñonero, obliga a despegar lo justo la mirada de sus ramas, para no perder detalle de las evoluciones de verdecillos, mitos y más herrerillos y carboneros. Estos sí que son árboles de Navidad cargados de regalos. Y seguimos sin gastarnos un euro.

Madrid Río a la altura del puente de Segovia, con un skyline muy histórico

Estamos cerca de la conclusión de la ruta, que termina a lo grande, en Madrid Río, contemplando de cerca a las gaviotas sombrías y reidoras que desde el parque de Las Vistillas ya divisábamos en vuelo en bandadas numerosas. La conexión verde nos induce a continuar hasta la cercana Casa de Campo y más allá (algún día os explicaremos cómo recorrer Madrid de parque en parque, con poco asfalto de por medio), pero decidimos apostarnos a la vera del río. De esta manera, la biodiversidad urbana nos hace sus últimos regalos: lavanderas blancas y cascadeñas, gallinetas comunes y cormoranes grandes. Un ciclista de origen holandés nos dice que a la altura de Legazpi ha visto un martín pescador. Bueno, eso lo dejamos para otro día.

Eso sí, no nos despedimos sin animar a todos los colegios e institutos cercanos a la ruta propuesta a que apunten a sus escolares para que disfruten también de estos regalos: San Ildefonso, Vázquez de Mella, Sagrado Corazón, Santa Teresa de Jesús, San Isidro, Marqués de Marcenado, María Cristina, Nuestra Señora de la Paloma… Sí, la ruta guiada con Aver Aves tiene un pequeño coste, pero a partir de la misma toca disfrutar por cero euros con todo lo aprendido.

Infórmate sobre nuestras rutas para colegios, institutos y ampas por parques y jardines de la Comunidad de Madrid.

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