Treinta especies desde la ventana y el balcón

Gracias al juego/reto/pasatiempo #AvesDesdeCasa que abrimos el 14 de marzo en Twitter hemos identificado treinta especies diferentes de aves desde nuestras ventanas y balcón de un piso de Carabanchel (Madrid). Todo un récord alcanzado gracias a dedicar más tiempo a la observación y la audición, pero sobre todo al disfrute de nuestras vecinas aladas. Hemos repetido varias veces que está siendo una manera de hacer más llevadero el desolador mal que vivimos. Os contamos cómo conocimos a cada una de nuestras treinta vecinas y cómo las podéis conocer quienes nos seguís.

Las palomas torcaces se alimentan de una robinia, uno de los dos árboles que vemos desde casa

Hay que mirar y oír con inquietud, ganas de aprender e incluso pasión. Solo así percibes enseguida y te emocionas después que una de tus vecinas más viajeras, la golondrina común (1) ha vuelto de su largo viaje desde África. Cuando oímos su trisar y la vimos posada en el tendedero del patio nos dió un subidón de alegría. Lo mismo que nos produjo el chillido y los vuelos acrobáticos del vencejo común (2), otro migrador incansable, que llegó algo más tarde que la golondrina desde el mismo continente africano.

Por parecido físico y procedencia añadimos al avión común (3), de vuelo igualmente incansable y un blanco homogéneo por debajo, casi de la cara a la cola, que le distingue de golondrinas y vencejos. A veces solo se le oye, como si tocará un silbato “pasado por agua”. Aunque al abejaruco (4) le hemos llegado a ver posado en antenas cercanas, durante el confinamiento ha sido su reclamo, como un silbato más afinado, el que delató su presencia.

Una de las visitas más inesperadas: un agapornis o inseparable escapado sin duda de una casa

Y ya que estamos con migrantes desde África (el abejaruco también lo es) vamos a añadir a dos rapaces a este grupo. El milano negro (5) es muy osado, con su cola metida hacia dentro (aunque no tanto como la del milano real y de plumaje más oscuro), merodea justo encima de tejados y antenas. Para la culebrera europea (6) se necesita más experiencia. Volaba muy alto y resaltaba especialmente el tono blanco del plumaje del interior de las alas y resto del cuerpo.

Como lo leéis: viendo nada menos que aves rapaces desde el balcón del meollo urbano de Carabanchel. A ellas tenemos que añadir el milano real (7), el busardo ratonero (8) y los buitres negro (9) y leonado (10). A muchas de estas especies las observamos gracias a los chivatazos que desde Carabanchel Alto nos iba dando Javier, otro participante de #AvesDesdeCasa al que le deseamos mucha salud. Contemplar el planeo sobre tu casa del ave de mayor envergadura de España resulta algo fascinante.

El cernícalo vulgar es la rapaz que más veces hemos visto durante la cuarentena

Al milano negro citado arriba le vimos incluso en bandos debido a que este confinamiento ha coincidido con el paso migratorio de aves desde el sur hacia el centro y norte de Europa, buscando sus lugares de reproducción estival. Eso nos permitió contemplar igualmente bandadas de cormoranes grandes (11) y gaviotas sombrías (12), algunas coincidiendo con el momento de los aplausos desde los balcones.

Mirando constantemente al cielo para comprobar estos pasos o escalas de algunas aves nos sorprendió un vencejo real (13). Era la primera vez que lo veíamos no solo en Carabanchel, sino en toda la Comunidad de Madrid. También fue una sorpresa advertir el vuelo solitario de un ave de preferencias acuáticas, la garceta común (14). Y ya que estamos con especies de patas y picos prominentes, casi cada día disfrutamos del ir y venir de cigüeñas blancas (15).

Otro «enamorado» de las antenas, el colirrojo tizón, desde las que canta bien temprano por la mañana

Otros vecinos habituales son el colirrojo tizón (16) y el mirlo común (17). Son los dos primeros que oímos todas las mañanas junto a la golondrina común. Al colirrojo le encanta encaramarse a lo alto de las antenas para cantar. Es el mismo lugar en el que vemos y/u oímos al jilguero (18), el verdecillo (19) y el verderón (20). Las antenas también son muy propicias para se posen estorninos negros (21), urracas (22) y cernícalos vulgares (23), estos últimos uno de los más temidos del lugar porque están siempre al acecho de los polluelos de nidos de aves más pequeñas.

A las palomas torcaces (24), las del cuello blanco, también se las ve en las antenas, pero donde más nos gusta observarlas es comiendo las flores y los brotes de uno de los dos únicos árboles que vemos desde casa, una robinia. A su pariente la paloma doméstica (25) le gustan más los tejados, como al gorrión común (26). Y cierran este repaso una abubilla (27) y una cotorra de Kramer (28) solitarias en vuelo, un agapornis (29) posiblemente recién escapado de una casa/jaula y el inconfundible graznido de las cotorras argentinas (30). ¿Superaremos la treintena dentro de la cuarentena y antes de que concluya #AvesDesdeCasa, el 9 de mayo? Vamos a intentarlo. SALUD

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