Pero, sin duda, lo que más llamará la atención de la chavalería será la comunidad con alas que se da cita en el cauce del Manzanares. No faltaron gaviotas, patos ni cormoranes, entre otros, pero, por la experiencia de otras jornadas por Madrid Río, no conviene desechar que se avisten garzas y garcetas. Por supuesto, hay que mantener también ojo avizor hacia lo alto, porque no resulta extraño que nos sobrevuelen cigüeñas blancas (en Avesforum citan incluso cigüeña negra) y rapaces como el cernícalo vulgar y el halcón peregrino.
Eso sí, que la aristocracia de la avifauna (al menos en tamaño) no nos haga olvidar que, a pie de tierra, con suerte y sigilo, también se goza con bandos de “puntos suspensivos” (por lo de no desvelar sorpresas) que picotean y escarban en las laderas del río. Y también de gráciles ejemplares de… nada, que hasta aquí podemos leer. Sí hay que reconocer que la variedad de ambientes que ahora orlan el Manzanares (zonas arbustivas, praderas, pinadas, matorral mediterráneo, grupos de acacias y falsos plátanos…) permiten que cada especie escoja su morada más adecuada.
Ya os contaremos la experiencia con el grupo escolar que nos espera del día de San Valentín. Mientras tanto, animamos a que, como el IES San Isidro, se apunten al mismo enamoramiento ornitológico la infinidad de coles e institutos situados a tiro de piedra de Madrid Río: Ermita del Santo, Francisco de Goya, Marqués de Marcenado, Gran Capitán, San Alberto Magno, Concepción Arenal, Tomás Bretón, Juan de la Cierva, Liceo Ibérico, Marcelo Usera, Beata María Ana de Jesús… Y encima, además del recuerdo imborrable de conocer e identificar por primera vez a especies que les pasan desapercibidas a diario, se llevarán sorpresas en forma de fotografías y guías de aves.