Nos vamos con Félix Rodríguez de la Fuente

Ya tenemos varias reservas en firme y pre-reservas para montar aulas en los parques durante los primeros días de este curso con colegios e institutos de Madrid. Siempre decimos que raro es el centro escolar (hasta ahora ninguno) que nos impide hacer una ruta por su entorno para descubrir una biodiversidad hasta entonces desconocida para el alumnado. Sin embargo, en aquellos que nos llaman por primera vez preferimos ir antes para chequear el terreno y marcar un recorrido a seguir. Uno de ellos es el colegio público Félix Rodríguez de la Fuente de Coslada, y las grajillas del entorno están deseando conocer a sus vecinos escolares. 

Entrar al mundo de Félix a la par que entras al colegio; una gozada

La visita al parque del Cerro, en Coslada, el más cercano al colegio Félix Rodríguez de la Fuente, la hicimos con la caída de la tarde, conscientes de que la actividad de las aves decae hacia esas horas. Sin embargo, son también momentos propicios para contemplar y oír los agrupamientos de algunas especies en busca de dormideros comunales. Fue el caso de las grajillas. Primero “nos avisaron” con su particular chillido (“chía, chía”), que notábamos procedente de muchos ejemplares, y luego las comenzamos a ver en vuelo y posadas.

Aunque el curso pasado tuvimos la oportunidad de abrir por primera vez aulas en los parques en Coslada, en concreto en el interior y los alrededores del parque del Humedal y con escolares del colegio William Shakespeare, no conocíamos el entorno del Félix Rodríguez de la Fuente. Al lado tiene el parque del Cerro, que se levanta sobre una colina arbolada con pinos carrascos y está orlado con jardines de praderas y setos que le otorgan biodiversidad. No podía ser menos, teniendo el colegio el nombre de tan ilustre naturalista y divulgador.

Grajillas desde el parque del Cerro. A punto de irse a dormir juntitas

Deseando estamos presentar al alumnado y el profesorado del colegio a todas las vecinas que conocimos en el rato que pasamos en esta zona verde, que, además de las dicharacheras grajillas, incluye a las palomas torcaces, los papamoscas cerrojillos ahora tan activos en pleno paso migratorio, las abubillas, los carboneros y herrerillos, los mirlos y, como propina final, el vuelo de cinco cormoranes en dirección al río Jarama, seguro que en busca de un lugar también donde dormir.

La visita nos permitió disfrutar de un atardecer precioso y de algo que contemplaremos con los grupos de tercero, cuarto y quinto curso que ya se han apuntado a las rutas. Se trata de unas vistas espectaculares tanto de la sierra de Guadarrama como de los valles de los ríos Jarama y Henares. Estas se consiguen subiendo al punto más alto del parque, y servirán para explicar muchas cosas relacionadas con los ecosistemas madrileños y la alteración de los mismos por parte de las personas. Seguro que el “amigo Félix” nos ayudará en estas explicaciones.

En estos días hemos hecho también una visita al entorno de otro centro escolar que se ha interesado por abrir también aulas en los parques. Realmente han sido dos institutos con idéntico nombre: Luís de Góngora. Uno se encuentra en Loeches y otro en Torrejón de Ardoz. Sobre el entorno de este último, curiosamente centrado en el río Henares, os animamos a que echéis un vistazo a una entrada al blog que ya escribimos tras una visita igualmente motivada por el interés de otros centros de esta ciudad.

Los paisajes cerealistas con encinas dispersas guardan auténticos tesoros para quienes pajareamos

Si el entorno del parque del Cerro servirá para mostrar la interacción entre hombre y naturaleza a partir de un retazo de esta última, en el caso de Loeches esto se hará más palpable. Pequeñas manchas de encinas transmiten lo que fue antiguamente un paisaje que se ha convertido en extensos cultivos cerealistas y un urbanismo que ahora crece sobre todo a base de grandes urbanizaciones.

Sin embargo, demostraremos que entre la aparente monotonía de esos campos de cereal y las encinas salpicadas aquí y allá habita una vida animal que debemos conservar. De su importancia dan cuenta los vuelos de prospección que vimos hacer a águilas reales, aguiluchos, cernícalos vulgares y busardos ratoneros, en especial en las áreas menos transformadas o que, tras dejar de estarlo, recuperan ahora su vegetación primigenia.

La ruta desde el instituto Luís de Góngora permite ver los cortados del Jarama y delante colonias de palomas torcaces sobre encinas

Los cortados del Jarama a la altura de Rivas-Vaciamadrid y Velilla de San Antonio no quedan lejos y se aprecian desde los caminos que se adentran en los campos de Loeches. Gracias a aquellos y el agua que los baña es fácil dar con bandos de gaviotas y cigüeñas blancas, sin dejar de disfrutar de los colirrojos, cogujadas, alondras y perdices que tenemos más cerca.

Como casi todas las salidas, también nos reservó su cuota de “documental de naturaleza”. En este caso, algo distante, presenciamos la perseverancia de una rapaz (intuimos que un azor) por no dejarse intimidar por unas tres o cuatro urracas que no querían que para nada reposara en una de las encinas solitarias que encumbran algunos de estos campos. Como se ve, toda una lección (o lecciones) de naturaleza al lado del instituto que estamos deseando impartir en breve.

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