Y con la Fuente del Berro hacen noventa parques

Noventa son los parques y jardines urbanos que llevamos recorridos con Aver Aves en la Comunidad de Madrid. La gran mayoría (74) corresponden a la capital, y todos con su media de veinte especies de aves identificadas y con elementos por doquier para convertirlos en aulas de biodiversidad donde aprender Ciencias Naturales y Sociales y Biología, pero también Física y Química, Matemáticas, Lengua, Música… en definitiva, aprender a vivir y a respetarnos con las cosas que tenemos cerca. El parque de la Quinta de la Fuente del Berro, en el distrito madrileño de Salamanca, hizo el noventa.

Tampoco queremos olvidar aquí otra de las últimas salidas de Aver Aves, en este caso una que denominamos BiciAves por Carabanchel, que sirvió para demostrar que el pedaleo y la observación de la avifauna son perfectamente compatibles. Pero comencemos por la Fuente del Berro y su prolongación hacia el norte, los jardines de Sancho Dávila, lugares, especialmente el primero, repletos de historia y rancio abolengo.

La Quinta de la Fuente Berro está repleta de parterres, esculturas, fuentes, estanques, rías, palacetes, torreones, casetas… todo ello testigo de las manos reales y aristocráticas que pasaron por ellas. Sin embargo, fue la naturaleza la que dio el principal valor a este rincón acorralado principalmente por la M-30 y la calle Sainz de Baranda. Un manantial del arroyo Abroñigal dio cuerpo a la fuente del Berro y a sus apreciadas aguas, protagonistas de este espacio junto a unos seres vivos de los que se habla menos que del legado arquitectónico.

Pero para eso estamos en Aver Aves, para confirmar que por mucho ruido y tráfico que rodeen al parque, los verdecillos, jilgueros, gorriones, petirrojos, mirlos y carboneros encuentran aquí su hábitat urbano predilecto y también nos deleitan con sus reclamos y cantos. Es cierto que estorninos, cotorras argentinas y urracas se dejan notar más, pero hay sitio para todas, incluido un pinzón vulgar que duda y duda a la orilla de una ría sobre si entrar o no al lecho a beber y a asearse.

Lógicamente, como cualquier jardín histórico que se precie, dominan árboles ornamentales de gran porte, como cipreses, cedros, secuoyas y hasta un hermoso ejemplar de Gingko biloba, de robusto tronco y gran copa. Mirando el ir venir entre ramas de las palomas torcaces y entre troncos de agateadores comunes, también te sorprendes con la presencia de hayas y tejos; y, más a ras de suelo, con bojes y madroños. Y sorpresas también te llevas con pavos reales y patos domesticados que, oye, como dicen los alumnos y alumnas que nos acompañan: “profe, esos también cuentan como aves para la lista”.

También contaron como aves todas las que nos encontramos entre el metro de Vista Alegre y el parque de las Cruces, en Carabanchel, en un BiciAves en el que no faltaron aves acuáticas: zampullín común, gaviotas reidora y sombría y ánade azulón. Como os imagináis, de todas las personas que ese día aprovecharon la mañana soleada de noviembre para pasear por el barrio, solo las que pedalearon al ritmo de Aver Aves se llevaron para casa un original botín de veinte especies de aves vistas en libertad, incluidas las gaviotas migrantes que, muy posiblemente, hace unas semanas estaban en las costas del centro y el norte de Europa.

Poca cosa más que añadir, animar a que cuenten con nosotros y con nuestras/vuestras aves a las direcciones, profes y familias de los coles e institutos cercanos: Amador de los Ríos, Santa Susana, Santa Ana y San Rafael, Sagrado Corazón y Stoa Liceo. Incluso nos permitimos añadir aquí al instituto Avenida de los Toreros, equidistante tanto de los jardines de Sancho Dávila y la Fuente del Berro como del parque de Breogán, que también ha pasado ya por aquí.

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