Ya están todas aquí

Hace cosa de diez días se comenzaron a oír con notoriedad los “chillidos” de los vencejos comunes sobre Madrid. Han sido los últimos en llegar entre la tropa alada que, desde África, recala en primavera y verano en la Península para sacar adelante a sus polluelos. Golondrinas y aviones comunes, milanos negros, cucos, abejarucos, críalos, autillos… Ya están todas aquí y se convierten en contenido indispensable de las rutas primaverales de Aver Aves. La migración de las aves da para hablar con los escolares sobre biología, fenología, geografía, cambio climático y hasta matemáticas. Y eso sin contar con el bullicio de cantos, cortejos y construcción de nidos que corresponde a estas fechas.

En estas fechas no es difícil avistar halcones peregrinos en las cornisas más altas de algunos edificios de Madrid

En Aver Aves solemos decir que en los distritos madrileños de Carabanchel y Latina la primavera no la anuncia El Corte Inglés, sino el halcón peregrino. No es precisamente un migrador de larga distancia, pero hacia finales de febrero y principios de marzo algunos abandonan los roquedos de vegas y campiñas de la Comunidad de Madrid y se van a nidificar sobre altos edificios de la capital. Ayer mismo, cayendo una lluvia de justicia en la ciudad, se podía ver la altiva silueta de alguno de ellos a la entrada del nido.

Este año, los siguientes en aparecer en nuestras rutas han sido los milanos negros, seguidos de los críalos, las golondrinas y los aviones comunes. Historias de miles de kilómetros, de viajes desde Mauritania, Senegal, Nigeria e incluso más al sur de África, pero también de calamidades que sufren tanto en su periplo migratorio como en sus lugares de partida y de llegada jalonan nuestras rutas. Y de paso hablamos de las que ya no están, de los cormoranes y gaviotas que han puesto rumbo al norte de Europa y de los pinzones y petirrojos que han dicho adiós a los parques y jardines y han buscado acomodo en bosques y sotos fluviales.

Algún cuco y abejaruco aislados también se han dejado oír ya por la ciudad, el primero en zonas periurbanas y el segundo en bandos en altura que buscan los mejores lugares para recalar de cara a la reproducción. Nos falta por escuchar al autillo, compañero sonoro del atardecer y las noches en los paseos por la Casa de Campo, la Dehesa de la Villa o el parque de Las Cruces. Y en ocasiones también hemos visto a hermosas aguilillas calzadas y culebreras europeas sobrevolando fugazmente entornos urbanos. A escolares y docentes les recomendamos que amplíen información sobre este fenómeno en la página del proyecto Migra de SEO/BirdLife, portal indispensable para conocer el ir y venir de muy diferentes especies.

Unas habituales de estas fechas: las golondrinas comunes

Pero las sorpresas ornitológicas primaverales en la ciudad no se quedan en la migración. Ni mucho menos. Están los cantos, de los que hemos referido ya algo en este blog. Verdecillos, verderones, jilgueros, carboneros y mirlos, entre otros, ambientan con sus cantos y reclamos cualquier ruta por zonas verdes de la ciudad. También tenemos la búsqueda y acarreo de materiales para construir los nidos, desde las ramas, hojas y hasta basura que utilizan las urracas a los pegotes de barro que los aviones roqueros recogen del limo del río Manzanares para llevarlos a sus moradas bajo los puentes del cauce. Y todavía hay más, sí. Está el cambio de plumaje, que en algunas ocasiones transforman la apariencia de algunas aves, como pinzones vulgares, colirrojos tizones y papamoscas cerrojillos. Y, para finalizar, la hilera de patitos de las primeras polladas que siguen a las hembras de ánade azulón. Motivos más que suficientes para conversar con los peques.

Nada más, que estamos a punto de coger las guías de campo, prismáticos y telescopios para comenzar a recorrer parques y jardines con coles e institutos de Madrid, San Martín de Valdeiglesias, La Navata y Valdemoro y que en todos ellos pondremos en práctica lo mencionado aquí sobre migraciones, cortejos, cantos y plumajes. Un apasionante mundo con alas que incluye al animal más rápido del mundo. Sí, aquí, en la ciudad y alrededores.

 

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