Ciento veinte aves urbanas con el andarríos grande

De acuerdo, la foto no es muy buena. Está hecha sobre la marcha, durante una de nuestras últimas rutas con escolares, con un móvil a través de un telescopio. Pero creemos que es digna de destacarse como testimonio de las especies no tan habituales que vemos en zonas urbanas. Desde que comenzamos la andadura con Aver Aves (en diciembre de 2012) no había aparecido en ninguna ruta. Hace la especie número 120 desde entonces. Todas en zonas urbanas, todas motivo de sorpresa y atención por parte de miles de escolares.

Al andarríos chico ya le habíamos identificado en rutas con escolares por Alcorcón, Getafe y Valdemoro. El pasado jueves 9 de enero, durante la primera ruta de una serie de nueve con los grupos de primero del instituto El Espinillo de Villaverde, también lo vimos en el río Manzanares a la altura de este distrito madrileño. Compartía espacio sobre las piedras del lecho del cauce junto a cormoranes grandes, una gaviota sombría y ánades azulones; estos, más tranquilos, y aquel, tan inquieto como es habitual, buscando incesantemente invertebrados entre las piedras.

Caprichos de las aves; al día siguiente, con otro grupo del IES El Espinillo, con el que además igualamos en esa ruta el récord de especies identificadas con este centro escolar (veintiséis), vimos al andarríos grande. Justo en el mismo sitio que vimos al chico. En esta ocasión repetían compañía ánades azulones y cormoranes grandes y se sumaban una gallineta común y una garza real que huyó volando en cuanto nos acomodamos treinta personas a la orilla del río. Demasiado estrés para ella.

El andarríos grande se mostró más tranquilo, permaneciendo todo el rato de la observación sobre la misma piedra, pero sin dejar de estar pendiente de lo que la corriente arrastraba alrededor de la piedra sobre la que estaba. Fue un auténtico “punto caliente” para la observación, muy apreciado por los estudiantes de 1º A del IES El Espinillo, que comprobaban cómo eso de que “nos vamos de safari urbano” no va de coña, sino que es muy real. Tan real como disfrutar por primera vez con cinco especies de aves en libertad, sin despegar los pies del suelo y al lado de sus casas y su “insti”.

Con el andarríos chico llegamos a las ciento veinte especies identificadas en zonas urbanas en nuestros recorridos de Aver Aves, la mayoría con escolares y unos pocos realizados como chequeo previo a la salida con colegios e institutos de la Comunidad de Madrid. En la lista incluimos algunas especies exóticas y domésticas introducidas, como el pato corredor indio, el agapornis de Namibia y el pato Muscovy o criollo, importantes también para explicar por qué están donde las encontramos y no deberían estar.

No están incluidas en la misma lista otras especies que hemos identificado con grupos escolares y familiares en entornos más rurales y naturales. Por ejemplo: el arrendajo y el rabilargo que vimos con el CEIP Vicente Aleixandre de Miraflores de la Sierra (Madrid), el cuervo y el bisbita arbóreo que identificamos dentro de la salida con el Festival de Iniciativas Culturales y Sociales del Valle del Tiétar por Casavieja (Ávila) y la curruca rabilarga que apareció entre los arbustos de los alrededores de Carranque (Toledo).

Pero lo más importante no son los nombres ni la cantidad, sino la variedad, que al fin y al cabo es la que está vinculada a la biodiversidad. Eso es lo que nos debe ocupar y preocupar. Es más importante que con el alumnado del IES El Espinillo, y del resto de centros escolares, identifiquemos solo veinte especies donde haya gorriones y currucas, pájaros carpinteros, córvidos, mirlos y estorninos, aves acuáticas y de ribera, zancudas como garzas y cigüeñas e incluso rapaces como cernícalos y milanos, que no treinta pero con una variedad más limitada.

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