¡Qué buena suerte, llega el frío, salgamos a ver aves!

Creo que una frase similar a la que titula el post la leí en una llamada de promoción de las salidas que organiza de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife). En Aver Aves nos viene al pelo porque no nos cansamos de insistir en que, contra lo que pueda parecer, la biodiversidad en general y la urbana en particular se mantiene muy viva y coleando en los meses más fríos y lluviosos del otoño y el invierno. Y las aves, como representantes conspicuas de esa biodiversidad, nos pían que animemos a coles e institutos para que apunten a sus escolares a nuestras salidas, que la bajada de temperaturas o cuatro gotas no impidan que disfruten de la vida que bulle a escasos metros de sus aulas y casas.

Gorros, bufandas y guantes para no dejar de disfrutar con las aves urbanas en invierno

Nunca se dejan ver y oír tanto como ahora los petirrojos; las gaviotas y cormoranes muestran en estas fechas sus mayores números en todo tipo de estanques y cauces; con suerte se puede dar con otros visitantes acuáticos invernales, como porrones europeos, cercetas comunes y patos cuchara (pienso en el parque Polvoranca, en Leganés); y, en fin, que el “calorcito” urbano actúa también como efecto llamada para que lavanderas cascadeñas, vederones, piquituertos y picogordos aparezcan más a menudo por las zonas verdes de la ciudad.

El Retiro es un lugar apropiado para combinar el clima invernal con el avistamiento de aves

En el centro y norte de Europa, donde la nómina de aves es sustancialmente menor, las temperaturas bajan más y las gotas son mucho más que cuatro (a veces incluso son blancas), grandes y pequeños están más acostumbrados a disfrutar del aire libre y de los paseos por la naturaleza. Nos cuentan amigos que pasan o han pasado el invierno en ciudades de la Europa más septentrional que en muchos colegios disponen de botas de agua y chubasqueros para que niños y niñas se equipen adecuadamente y no dejen de salir al recreo porque el clima se tuerza. Para quien ha visto pedalear a familias con niños bajo una nevada en Berlín no le extraña que esto sea así.

En Madrid, sin embargo, nos hemos encontrado parques desolados en domingos invernales. Ni llovía ni hacía un frío paralizante. Es más, en numerosas ocasiones a menos de cincuenta metros siempre aparece un alero de un edificio, una estación de metro o un bar a los que correr a refugiarse si la lluvia molesta más de la cuenta. Lo que más nos sorprende es que, antes de que lo impidan el agua y las bajas temperaturas, responsables docentes de colegios e institutos nos dicen eso que ya hemos reflejado aquí tantas veces: “nos parece una actividad muy interesante, pero para el ‘buen tiempo’, cuando vengan las aves”.

Hasta le fecha, ni la lluvia ni las bajas temperaturas han impedido realizar una ruta a Aver Aves

Como si mirlos, estorninos negros, cotorras argentinas, herrerillos comunes, lavanderas blancas, agateadores comunes, verdecillos, palomas torcaces, tórtolas turcas y gorriones molineros, por poner diez ejemplos, desaparecieran tal que un 21 de septiembre y no volvieran a mostrarse hasta el 21 de marzo. Afortunadamente no todos los coles e institutos ni las asociaciones de madres y padres de alumnos piensan igual y en este segundo año de andadura de Aver Aves comenzaremos un mes antes a disfrutar de las aves con los más peques. Si el curso pasado fue el 12 de diciembre, el presente será el 17 de noviembre cuando hagamos la primera salida. No esperes a que te lo cuenten para ser los siguientes en conocer lo que vuela y pía alrededor de los coles y casas. Te esperamos.

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